sábado, 18 de agosto de 2012


Una caza del tesoro de Didáctica. 2do Cuatrimestre, Martha Jácome Escalante, Patricia del Carmen Alvarez Rocha. Maestría en Educación de UPAV. Agosto 2012.

APROXIMACIÓN CONSTRUCTIVISTA DEL APRENDIZAJE Y LA ENSEÑANZA.

Introducción:
¿Piensas que la Psicología es la única disciplina responsable de explicar los fenómenos educativos? Te darás cuenta que no es así ya que hay otras disciplinas que se dedican a ello. ¿Consideras que los conocimientos que tenemos los hemos generado día a día o sólo dentro del salón de clases? La ideología pedagógica educativa puede aportar ideas interesantes y novedosas, puede apoyar la educación en su quehacer.

Preguntas:
1.    ¿Qué es la construcción del conocimiento escolar?
2.    ¿Qué implica construir significados nuevos?
3.    ¿Cómo está organizada la enseñanza en el salón de clases en las instituciones escolares?
4.    ¿Qué es la estructura cognitiva?
5.    ¿Cómo esta integrada la estructura cognitiva?
6.    ¿Qué tiene la estructura cognitiva del alumno?
7.    ¿A que se refiere la racionabilidad no arbitraria?
8.    ¿En qué consiste la secuencia de organización de los contenidos curriculares?
9.    ¿Qué esperan los alumnos de sus profesores?
10. ¿Qué son las actitudes? y ¿qué  implican?

Recursos:
         ·            Constructivismo y Aprendizaje Significativo.
         ·            Enfoque de enseñanza. Introducción-red escolar
         ·            Constructivismo y Aprendizaje Significativo.

La gran pregunta:
      Ahora, piensa en todo lo que hemos hablado del constructivismo y  responde a la siguiente pregunta: ¿Cuáles son las condiciones para el logro del aprendizaje significativo?






jueves, 16 de agosto de 2012

EL SER BUEN MAESTRO, SE NACE Y SE REFUERZA EN EL CAMINO…



Hoy sentada en la mesa de mi casa miro a mi hija de 5 años jugando a ser Maestra y vienen a mi mente los días que añoro cuando tenía su misma edad y vivíamos en casa de mi tío Roberto, el cual fue para mí, la fuente inspiradora para ser lo que hoy soy: Maestra.

Recuerdo que me llamaba mi curiosidad el hecho de que cargaba siempre un porta folios negro y casi siempre laminas, donde el escribía parte de sus clases, el enseñaba en las mañanas en una primaria, y en las tardes daba clases de geografía en la Escuela Secundaria y de Bachilleres de Artes y Oficios (ESBAO).
Un día sin que él se diera cuenta entré a la habitación, que para todos era prohibida… su pequeña bodega, donde albergaba documentos, mapas y demás material didáctico que  utilizaba para  dar sus clases; llamó mucho mi curiosidad un mapa de la república mexicana, que colgaba de la pared,  tenía muchos foquitos e imágenes, empecé a tocar ese mapa, y vi que encendían los focos y sin darme cuenta entró mi tío, y sin hacer ruido me observó, cuando sentí su presencia, el me tomó de los brazos y me preguntó que si quería saber  cómo funcionaba, aún sin salir de mi asombro por haber sido pillada en lo prohibido, en medio del encanto, contesté que sí, porque no tenía ni idea de cómo funcionaba; mi tío empezó con mucha calma, cosa que me parecía raro, por qué yo creía que él tenía un carácter difícil y duro, de echo, todos le teníamos cierto recelo.
El me preguntó donde estaba Tamaulipas y yo le dije que no sabía, con la mirada casi le grité: ¡¿olvidas que sólo tengo cinco años?! Él me dijo toma este puntero y señaló, si estás equivocada, no encenderá el foco y si estás en lo correcto, encenderá, y empecé a “jugar” y sin querer, a mi corta edad, ya me estaba enseñando geografía de México.
A partir de ese día esperaba con ansias que llegara y me mostrara que les había llevado a sus alumnos para aprender, me emocionaba ver el esmero con el que el preparaba sus clases. Para ese entonces, el ogro que se había en generado en mi mente, se había esfumado por completo.
Un día vi que llegó cargando regalos y entre ellos traía una gallina, y le dije: tío… ¿es tu cumpleaños? Él se empezó a reír y me dijo, no, es el día del maestro y algunos de mis alumnos que ya cursan otro grado, me llevaron estos regalos. Y volví a preguntar, ¿y los demás?  Él se sonrió y me dijo: ”Muchos alumnos no comprenden el significado de enseñar y aprender, cuando son pequeños y creen que uno es un ogro en el aula, porque uno quiere siempre que sean los mejores, ya lo entienden cuando ven que uno entrega todo por ellos y esto da resultado para bien de ellos”. En ese momento, no entendí lo que quiso decir.

Así pasó mi vida, y con mucho entusiasmo entré a la primaria rural “REVOLUCION MEXICANA” de ese pequeño pueblo donde vivía, y para mi fortuna, mi maestra de primer grado fue la maestra Clementina, la cual me agradaba mucho, no por lo que me pudiera haber enseñado, si no por su cabellera negra y de risos.
Ella jugaba mucho con nosotros, creo que me la pasé bien con ella y ahora admiraba y respetaba más a mis maestros; mi mala suerte fue en segundo grado, pues llegó a la escuela una maestra recién egresada de la Normal, Estela y al parecer lo que menos quería era estar con nosotros, recuerdo que un día llegó y se salió del salón y empezó a platicar con otra maestra y oí que le decía: “No aguanto estos mocosos, no soporto que me toquen o me pregunten, espero ya irme de aquí”.
Al oír eso, me dio mucha tristeza saber que nosotros no le interesamos, y que yo tenía un tío que también era maestro y que él si se preocupaba por sus alumnos, en ese momento añoré que él me diera clases, pensé que serían divertidas o interesantes. Con la desilusión de mi maestra, yo no ponía atención a nada, veía como volaban aviones de papel, como mis compañeras las más grandes agredían a las más pequeñas y ella NO hacía nada.
Un día al terminar el recreo, me quedé sentada en una banca, y era tanta mi tristeza por mi maestra y su falta de amor a su trabajo, que no escuché cuando tocaron la campana, así que seguí sentada en la banca; a lo lejos recuerdo que vi a mi maestra levantando los brazos y quejándose con el director, cuando logré entender que decían, fueron por mí, y recuerdo que me tomó de mi brazo y me jaloneaba y decía: “No quiere obedecer, se sale sin permiso”, y demás argumentos que ya no quise escuchar, porque no eran ciertas; el director me tomó y me dijo: “¿No quieres estudiar? ¿No quieres ser alguien de provecho?”
Los observé a ambos y me dije: ¡Ya basta de esto, no aguanto! Le contesté: YO SI QUIERO ESTUDIAR Y SER ALGUIEN EN LA VIDA, pero ella no me quiere enseñar, ella quiere irse y nosotros no le importamos.
El director me soltó y comenzó a preguntarme que donde había escuchado eso, yo solo le dije que ella lo decía casi siempre, el solo inclinó la cabeza y la movió de un lado a otro y le dijo a ella, que hiciera lo posible por cambiarse de escuela, porque si una niña de 7 años le había dicho algo cierto, no quería esperarse a ver qué pasaría con todo el grupo. Ella se cambió de grupo, creo que duró 3 años más, pero siempre tuvo problemas por su falta de interés.

Cuando pasé a tercer grado, mis papás decidieron cambiarse a  la ciudad y por lo consiguiente a mí de escuela, entré a una escuela donde sólo iban hijos de obreros y empleados petroleros, ahí conocí a una bella persona y muy valiosa para mí: la maestra María Campos Cruz, ella cursé tercer grado y como yo mostraba bajo rendimiento a consecuencia de mi anterior experiencia, recuerdo muy bien lo que dijo: “Tu eres mi reto, saldrás leyendo, escribiendo y con las tablas de multiplicar bien aprendidas”, al principio, se me hacía muy duro el grado, pero cuando vi que ella estaba dispuesta en ayudarme y yo veía que preparaba material para enseñarme, comencé a compararla y me di cuenta que era como mi tío.  Vi que era una maestra  empeñada en  hacer de uno el mejor, con ella aprendí todo lo que ella me había dicho y hasta un poquito más.
Así fui cursando mi educación primaria, donde mis maestros: Guadalupe, Hugo y Elvira me ayudaron en mí andar por ese camino, y claro, mí querida y recordada maestra María Campos Cruz.
Cuando entré a la secundaria, mi asombro fue el saber que el director era mi TIO, si el maestro Roberto, entré con más entusiasmo a la secundaria, pero luego un par de maestros me hicieron perder ese entusiasmo, mi maestra de español siempre entraba con un chicle en la boca, se sentaba en el escritorio y sólo nos contaba cómo iba de mal en peor su relación con su dizque novio, y por otro lado mi maestro de inglés me quería convencer de aprender inglés con copias, mismas que yo por testaruda me negaba a comprar, yo quería que me enseñaran del libro que ya me habían hecho adquirir y que a mis papás les había costado mucho; ahhh! y también no se podía escapar de mi decepción, mi maestra de taller de corte y confección, una maestra ya muy grande, que le preguntabas una cosa y contestaba otra, me empecé a sentir triste y ver que no todos lo maestro querían que uno fuera el mejor.
En cuanto al taller, sí pude hacer algo, aprovechándome de que mi tío era el director, le dije como me sentía y la apatía que mostraba mi maestra en corte y pedí que me cambiaran al taller de dibujo, taller que hasta ese momento solo era exclusivo para hombres, así que me cambió de taller y me dijo en voz alta: “AUNQUE LLORES NO TE REGRESARE AL OTRO TALLER, ACEPTA TUS DECISIONES” , así que después de esa sentencia entre al taller, y hasta ahora entiendo que por ser la única mujer, el maestro me tenía consideración, pero en otras materias no tenía el mismo éxito, como en ciencias naturales, donde la maestra era muy estricta, y ella se percató que su clase no era grata para mí, a lo cual volví a oír unas palabras que ya empezaban a significar algo para mí: ”Eres mi reto y haré que esta materia te guste” , noté que ella preparaba materiales extra para mí, y me volvió a recordar a mi tío, al pasar el tiempo superé las notas con las cuales empecé, y ya en segundo grado, gané el concurso de conocimientos de ciencias naturales y fui a representar a mi escuela, participé con escuelas generales y yo era la única que venía de una particular; al dar los resultados me llevé la sorpresa que había quedado en tercer lugar, lloré mucho, pues mi maestra también se había esforzado conmigo y no era justo; cuando ella oyó el lugar corrió a abrazarme y me dijo “Bien merecido”, yo solo le decía: “no gané, no ganamos”. Y ella me abrazó y me dijo: rompiste con todas las expectativas que tenía de ti, pues después que no te gustaba la materia he logrado que ganes un tercer lugar, que ni el de mayor puntaje habría logrado, así que también entendí que yo era su orgullo. Cuando seguí estudiando mi fuerte eran las ciencias naturales, pero pues yo ambicionaba ser maestra de primaria y claro, de geografía como mi tío, pero mis padres en ese momento decidieron que no me enviarían a estudiar a una normal por falta de recursos, y pensaron que si me gustaba mucho la ciencias que estudiara Ingeniería Química o algo referente a las ciencias, pero sin tener que salir de mi ciudad de residencia; aunque quería complacerlos, sabía que no era lo que yo anhelaba, así que el día que culminé mis estudios de la preparatoria, recibí de manos de mi tío Roberto, un sobre con dinero y un boleto para el otro día a las 6:00 a.m. para la ciudad de Tampico.
Me dijo: “¿te acuerdas donde queda Tamaulipas en el mapa?, bueno, pues ahora irás allá, escogerás entre las escuelas, la normal que más te agrade y estudiarás lo que quieras o bien gástate el dinero, porque yo sé que tus padres no quieren que estudies para maestro, pero es hora de elegir”. Sin dudarlo, corrí a ver a mi mamá y le dije: “me voy a Tampico, y seré maestra, como mi tío”. Ella me dijo: “Pero… ¿con quién vas? ¿Donde vivirás? ¿Sabes cómo llegar?”. Y yo sólo le contesté: “no sé, lo único que quiero es que me apoyes”.
Y así fue como llegué a la ENSST (Escuela Normal Superior del Sur de Tamaulipas), una gran escuela donde siempre vi maestros comprometidos con la labor de enseñar y ser excelentes maestros, así fue como logré recibirme de profesora en ciencias naturales, creo que está de más el decir por qué escogí esa  especialidad.
Pero después de recibirme, pude percatarme que era difícil entrar a trabajar como maestro de base en una escuela, así que me pasé tocando puertas, y entré a trabajar, cubriendo un interinato en mi primaria, si ésa, en donde yo había estudiado 1ro y 2do, donde yo le había escuchado decir a una maestra que no nos soportaba, y que yo le había dicho que no me gustaba de ella. Me tocó el segundo grado, donde tenía 26 almas, todos ellos unos ángeles, me encantaba trabajar con ellos y más con Mari, una alumna que no sabía leer, ni escribir, creo que le tomé gran afecto porque me recordaba a esa niña insegura, que era yo a su edad. Y trabajé  muy duro para que nunca me reprochara como yo lo hice con aquella maestra, mi interinato terminó, pero cuando ellos me invitaban a verlos, yo iba con mucho gusto, después entré a  una primaria particular que tenía un método diferente de trabajar, porque no tenían un maestro por grado, sino un maestro por cada asignatura y claro está yo era la maestra de ciencias, me encantó conocer más niños y ver como si los motivabas o les dabas un poco de atención  ellos trabajaban bien, creo que siempre querían oír que los motivara uno, y así trabajarían mejor, después de unos meses, por fin llegó a mis manos mi plaza, pero sorpresa, no era lo que yo quería, era maestra de TELSECUNDARIAS, no sabía ni como era la enseñanza en esta modalidad.
Para mi suerte, y hoy puedo decir que fue suerte, me mandaron a la zona 56 de Minatitlán, que ni en mis más locos sueños estuvo ir a esos lugares; estaba a 12 horas de mi casa, bueno, a casa de mis padres y aún más 1 hora en bote. Hoy puedo afirmar categóricamente que tengo la suerte que me enviaran allá, pues me recibió el Profesor Apolonio Ramos, mi supervisor, me enseñó a valorar mi trabajo, por lo que es y no buscar justificantes para evadir responsabilidades adquiridas, me dijo: “Te vas a donde te tocó, eres la última en llegar, cobras igual que un hombre y no te pasará nada, así que mi maestra, ¡bienvenida!  Y aunque lo consideré injusto en ese momento, hoy veo que me ayudó a querer más mi trabajo.
Me tocaron muchos retos y a pesar de las dificultades, pude afrontarlas, ya casi los últimos meses que estuve en esa escuela, atendiendo a un grupo de tercero,  tuve un alumno inquieto, Alan Martín Cruz Cáliz, hijo de un carpintero, a él le gustaban mucho las matemáticas y en las tardes me iba a ver para mostrarme lo que ya había aprendido y me solicitaba más ejercicios, un día en la clase de Orientación, les dije que sería fabuloso que se esforzaran y que todos regresaran como unos profesionistas, y si cuando cumplieran ese anhelo alguien se les acercara y les digiera que querían ser como ellos, eso quería decir que habían logrado impactar de manera positiva a la comunidad…
Tiempo después solicité mi cambio a la Ciudad de H. Córdoba, pensando en mejorar mi calidad de vida, y es así como llegué a fundar la Telesecundaria de Ojo de Agua Chico; tiempo después, cambié de zona y llegué  a la de la comunidad de Guadalupe La Patrona. Estando ahí un día llegó a mi correo un mensaje de un Ingeniero llamado Martín. Pensé ¿y éste qué quiere???? ¿Lo conozco????  ¿¿¿Cómo obtuvo mi corro???. Pensé en ignorarlo, pero pudo más mi curiosidad y le escribí preguntándole quién era.
Al poco tiempo me contestó: Soy Alan Martin Cruz Cáliz, su ex alumno de la Telesecundaria de Hidalgotitlan, ¿ya no se acuerda de mí? Maestra, estoy a punto de recibirme de INGENIERO NAVAL, y siempre me acuerdo de usted, siempre he tenido presente lo que nos decía en el salón y que a pesar de las condiciones en que vivíamos y como éramos, usted siempre estuvo dispuesta a dar un extra con nosotros, y hoy quiero compartir con usted, que gracias a sus consejos y enseñanzas he logrado ser lo que me propuse: UN INGENIERO NAVAL.
Las palabras que leía en ese momento me reconfortaban, y confieso que rodaron por mi rostro, lágrimas de felicidad porque aquellas palabras me fortalecían  en estos días, no era la de siempre. Me encontraba con alumnos más rebeldes, uno de ellos, un día por que no quise ponerlo en el lugar que él me exigía, me amenazó, dijo que me mataría, aunque yo me reí mucho delante de él,  el miedo corrió por mis venas,  y sí llegué a temer por lo que pudiera pasarme.  Pero, en ese momento que había entendido que lo que un día yo había sembrado en unos alumnos, había comenzado a dar frutos, me sentí GRANDE, y aunque no soy la madre de ese niño, me sentí muy especial, y revaloré mi trabajo y volví a tomar otro impulso y más fuerza  para seguir adelante.
Cuando pude ir a Visitar a mi Tío Roberto, le conté mi odisea con Alan, y él me contestó con una pregunta: ¿Y cómo te sientes? ¿Verdad que se siente uno vivo? Que a pesar de todo lo que a veces te desmoraliza, tu trabajo comienza a dar frutos… Esto es ser maestro. No el que espera la quincena, el que grita, el que se cambia de escuela a cada rato, o que llega tarde o peor aún el que no asiste a trabajar porque no le gusta el lugar donde está o labor de guiar a los muchachos en su educación.
Hoy que mi Tío Roberto no está conmigo, cada día recuerdo y se magnifica en mi mente ese maestro que vi, que llegaba temprano a su trabajo, que se preparaba y que se preocupaba por el bien de sus alumnos. Hoy hago lo posible por inyectarles a mis alumnos esa semilla que un día sembré en ahora Mi Ingeniero Alan, y ver que rinde frutos, sé que todos no llegarán a la meta, pero aspiro, a que quien lo logre, me tenga en alguno de sus pensamientos, y eso que algún día para ellos fue un regaño, logren ver que lo hice porque me interesaron y porque de alguna manera siempre deseé que ellos fueran lo mejor.


Por ellos y por las generaciones que aun vendrán a mi aula, por todos siempre seré una maestra que dejó huella en sus vidas.


Con amor y dedicación…su maestra Paty.